25 Junio
El
Massachusetts Institute of Technology (MIT), logró desarrollar una nueva
técnica para que las impresoras 3D se encarguen de hacer robots utilizando
materiales sólidos y líquidos al mismo tiempo.
El sistema permite imprimir las
piezas y ensamblarlas a la vez, en un solo paso, lo que reduce considerablemente
el tiempo en el que el autómata está listo, así como su costo.
“Esto
que llamamos hidráulica imprimible, es el primer paso hacia una rápida
fabricación de máquinas funcionales”, dijo al respecto Daniela Rus, parte del
equipo y directora del CSAIL, “con este Impresoras 3D método sólo hará falta
colocar la batería y el motor, y tendrás un robot que prácticamente puede salir
caminando del lugar”.
Para
demostrar su técnica, el grupo de expertos imprimió un pequeño androide de seis
patas que puede arrastrarse con ayuda de 12 bombas hidráulicas incrustadas en
su cuerpo. También crearon refacciones que pueden utilizar máquinas ya
existentes, como una mano de goma suave para el robot Baxter.
Gerard
Espona, ingeniero informático especializado en visión por computador y director
técnico de la startup Instaply. Él mismo construyó la mano de un robot inMoov
en casa y está trabajando en el brazo. Se interesó por el proyecto como reto
personal y para introducir a sus dos hijos en el mundo de la robótica. “Empezar
cuesta bastante, reconoce” y por ese motivo propuso hace un tiempo a Langevin
la creación de un asistente en realidad aumentada para mejorar los tutoriales.
“Vi que en alguna conferencia preguntaban a Gael por el proyecto de compartir
datos entre robots en la nube y que si sería como un ejército”, explica Espona,
que no ve peligro en el proyecto porque, según él, la tecnología está “muy
lejos” de dotar a los robots de “conciencia”. De hecho, inMoov proporciona una
conversación como las de los asistentes personales Siri (Apple), Alexa (Amazon)
o Google Assistant. “Queda un buen rato para que se pueda considerar un
ciudadano”, reflexiona Espona, que no ve que el sujeto creado por Langevin se
pueda convertir en un Frankenstein.
Construir
un robot en casa es quizá uno de los grandes hitos de la filosofía hazlo tú
mismo, eje del encuentro Maker Faire Barcelona 2018, en el que los asistentes
pudieron interactuar con el inMoov de Langevin, ya resucitado después de su
letargo dentro de las trolleys. Langevin estima que todo el proceso de
construcción tiene un coste de unos 1.500 euros y que, “si consigues hacer el
dedo, puedes hacer todo el robot”.
El escultor francés destaca que lo que le ha
sorprendido más en estos años es la historia de un chico griego que, con 15
años, publicó que había construido el robot entero, sin haber planteado ninguna
pregunta en los foros. Otra sorpresa: un maker que modificó la mano y la
convirtió en un tentáculo de pulpo. Asegura que los particulares comparten más
información de las mejoras que obtienen en comparación con las universidades
que apuestan por el proyecto. El asunto pendiente de Langevin: conseguir que
inMoov ande.
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